Nace en 1940, hijo de Juan Bellod Salmerón. Estudió Ingeniería Aeronáutica en Madrid. Tuvo una vida demasiado fácil: “he vivido como un cura”, en comparación con la de su padre, marcado profundamente por la guerra civil española. Se casó y se estableció en Orihuela puesto que su mujer es boticaria.
Tuvo una buena relación con su padre. Su padre, Juan Bellod Salmerón, nació en Orihuela en 1912. A los 19 años se licenció en Derecho, doctorándose en Madrid en 1932, coincidiendo con Miguel Hernández y Augusto Pescador en la pensión madrileña que compartían. En 1934 formó parte de la Peña Literaria y Filosófica de la cuál nació la revista El Gallo Crisis.
Fue secretario de la Falange de Valencia en 1939 desde donde ayudó a Miguel Hernández y a otros paisanos en apuros. Abrió su bufete tras la guerra, participando activamente en la vida oriolana. Colaboró en prensa, en Radio Orihuela y Oleza. Murió en 1970.
¿Qué relación mantuvo su padre con Miguel Hernández
Mi padre desde luego tuvo una relación con Miguel Hernández, no diría profunda pero sí bastante sólida, sobre todo a través de Ramón Sijé (Pepito Marín), del que realmente mi padre era verdadero amigo. Aunque era más coetáneo de Miguel Hernández que de Pepito Marín, seguramente la relación de mi padre más íntima con Miguel fue a través de éste.
Que eran amigos es evidente, en las primeras cartas de angustia después de la guerra mi padre me contaba que decía “que venga a defenderme Juanito”, eso quiere decir que eran verdaderamente amigos. Existen otras cartas, tanto de Miguel como de su viuda, en las que parece que esa amistad entró en crisis, por parte de mi padre desde luego no. Pero eran tiempos tan espantosos, tan precipitados....
¿Qué representó la figura de Miguel Hernández para su padre?¿y para usted?
Para mi padre representó un gran poeta además de un amigo y para mí un gran poeta al que descubrí bastante tardíamente.
Va siendo hora de que se separe al gran poeta de su implicación política, de lo contrario lo hacemos peor poeta. Uno de los mejores poemas de Miguel es el célebre “Sonreídme”, que recitó muy inoportunamente la viuda de Paco Rabal en Orihuela. Es un poema espléndido pero en el que Miguel dice que hay que cargarse a los notarios y registradores. El gran poeta debe separarse de una vez de politiquerías, debe dejar de ser bandera. Además, tampoco era un Dios ni un Santo en ninguno de los sentidos. Miguel era un hombre de grandes apetencias de triunfo, legítimas y buenas, de búsqueda de apoyos. Era un hombre fabuloso pero no era un mito, era una realidad, un hombre.
Su padre, ¿le habló en algún momento de Miguel Hernández?¿en qué términos?
En mis primeros recuerdos no, pero no ocultaba a Miguel, simplemente no quería hablar de la guerra civil.
¿Tiene alguna anécdota?
Lo único que recuerdo de pequeño, eran las visitas de Efrén Fenoll con las nuevas ediciones argentinas de la colección Austral de El rayo que no cesa. Pero en mi casa no se habló de política prácticamente hasta que murió Franco.
¿Qué opinión le mereció la película sobre Miguel Hernández que se exhibió en el 2002?¿está su padre bien caracterizado?
Un bodrio total. Por supuesto ese no era mi padre, no era ese señorito que recibe a un pobre labriego de pueblo. Toda esa escena es absolutamente falsa, la relación que se ve en la película no era la que tenían Augusto Pescador y mi padre con Miguel Hernández.
¿Qué piensa de la obra poética de Miguel Hernández?
En primer lugar, tengo que decir que no soy un gran lector ni un hombre excesivamente sensible, muchas veces la poesía no la entiendo. Miguel es un poeta bastante claro, se le entiende perfectamente, en lo aparentemente sencillo de “Nanas de la cebolla” es sublime. Para mí lo mejor de Miguel es ese poema inmenso, “Hijo de la luz y de la sombra”.
Yo tampoco mitifico la poesía, sé que los poetas son seres distintos, probablemente superiores, pero a mí me conmueve más una lágrima de una mujer que el mejor de los poemas.
7. En un artículo de La Lucerna, en el especial Miguel Hernández de 1992, “Aniversarios, homenajes y dinero”, nos desvela y da a reflexionar todo lo que hay detrás de un homenaje, y concretamente detrás del homenaje a Miguel Hernández en el “L Aniversario de su Muerte”, ¿cree usted que alguno de los invitados a ese acto confundió, como dijo, unos honorarios recibidos con una pasión regalada?
Mantengo lo que decía, para homenajear hay que ir gratis. Tampoco descalifico totalmente a esos profesionales que cobran y, además, seguramente sienten. Lo que quiero decir es que ir a un homenaje Rafael Alberti, Nuria Espert y llevarse cinco millones cada uno y estar en los mejores hoteles... Así me presto yo a homenajear a cualquiera. Sin quitarles lo que de positivo tenga esa actitud de reconocimiento de la obra de Miguel, pero a mí me hubiera gustado más que hubiesen ido gratis o a gastos pagados.
También escribió que la alcaldía de entonces, quería invertir los gastos del homenaje a Miguel en actividades que quedaran en el Cincuentenario de su muerte. Usted sugirió al Ayuntamiento que reeditara y pusiera a la venta la edición facsímil de El Gallo Crisis y la Antología de Escritores Oriolanos, ¿consiguió tal propósito?
Me alegro de que me hagáis esta pregunta, porque uno de los motivos por los que he venido es para hablar de este tema. De El Gallo Crisis ya se hizo la edición facsímil, y la Antología de Escritores Oriolanos la escribieron José Guillén y José Muñoz Garrigós, dos grandes amigos míos. Es una pena que en la reseña de la obra de Miguel no se pudiesen reproducir los poemas, por expresa negativa de la heredera de Miguel. Aún así, sigo con mi ilusión de que los actuales herederos permitan que el Ayuntamiento u otros organismos rehagan esa antología, pero sin esa nota que dice “Por expresa negativa de los herederos de Miguel, no se pueden incluir los textos”. En fin, que se continúe con esa “antologización” de los escritores oriolanos.
¿Cuáles fueron las razones por las que colaboró con Juan Guerrero Zamora en la elaboración de su libro Proceso a Miguel Hernández?
Bueno, yo no colaboré. Simplemente, cuando presentó ese libro, que yo desconocía totalmente, vi que reivindicaba un poco la figura y actuación de mi padre con respecto a la defensa de Miguel. La figura de mi padre había sido desvirtuada anteriormente, y lo digo sin el más mínimo asomo de odio pero sí con pena, cuando la viuda de Miguel, en sus memorias, escribe: “Juan Bellod no fue al juicio porque estaba de vacaciones en Torrevieja”. Eso para mi padre no es un insulto, pero para mí sí.
¿Qué opina del trabajo que está realizando la Fundación Cultural Miguel Hernández?
Una labor magnífica. Sólo un matiz: que no sea un mito; que sea todo menos un mito.
Rebeca Serrano
Asun López