«MIGUEL HERNÁNDEZ Y SUS AMIGOS DE ORIHUELA»

«Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela» en la edición de Ángel Caffarena, publicada en Málaga por la Librería Anticuaria El Guadalhorce (1969), es un conjunto de artículos donde Manuel Molina, el benjamín del grupo como él mismo se denominaba, recuerda el círculo de amistades de Miguel Hernández hasta 1936. La finalidad era recopilar datos desconocidos sobre la vida del poeta oriolano destacando, ante todo, su gran humanidad.

Lo que Manuel Molina buscaba era un testimonio de un paisano; Carlos Fenoll era el más indicado para hacerlo, pero finalmente no lo hizo; para ello decide adentrarse en la ardua tarea de recopilar la mayor información posible sobre el poeta oriolano.

Comienza el autor haciendo una descripción de la época y el ambiente que se vivía en la Orihuela de principios del siglo XX, caracterizada por su misticismo. Todo este conjunto hace posible que se dé de una manera especial la lírica en nuestro poeta. Seguidamente, hay una introducción a lo que en el resto del libro va a desarrollar con mayor detenimiento. De este modo, podría decirse que el oriolano se siente muy unido a su pueblo y a su huerta; esto contrasta con «la vida del señorito o de aquel que un golpe de suerte lo despega de su clase baja», esto lo utiliza para hablar del Casino Orcelitano.

Tras estos análisis pasa a realizar descripciones de personas y lugares más concretos. Es en la tahona de la calle de Arriba, regentada por Carlos Fenoll, donde comienza a germinar un pequeño grupo de amigos aficionados a la poesía. Este pequeño conciliábulo estaba formado por Ramón Sijé, Carlos Fenoll, José María Bascuñana y Jesús Poveda. Carlos Fenoll será quien se encargue de unir a los amigos del grupo, también es quien incita a Miguel a viajar a Madrid y a que publique la revista tan soñada por el poeta.

En el capítulo dedicado a Carlos Fenoll encontramos dos cartas de Miguel en las cuales el poeta oriolano relata a Manuel Molina anécdotas acaecidas como escritor. Seguidamente, el autor, Manuel Molina, pasa a describir la personalidad y los quehaceres de los integrantes del grupo de la tahona.

En un capítulo aparte se destaca de manera especial la relación que existía entre Ramón Sijé y Miguel, caracterizada por las afinidades que, por aquel entonces, existía entre ambos de tipo intelectual; esto se puede observar a lo largo de toda su producción literaria. Ramón Sijé es el resultado de la combinación de las letras de José Marín Gutiérrez, utilizado por el autor como seudónimo literario. Sijé llegó a escribir para revistas o periódicos como «La Verdad», «El Sol» y «Cruz y Raya», además de crear la revista literaria «El Gallo Crisis».

En toda la obra literaria sijeniana encontramos el hilo conductor de un hondo clericalismo y una gran religiosidad. Hay que destacar ensayos como «San Juan de la Cruz», «El golpe de pecho», «Verdades como puños», «Voluntad de Cristo y voluptuosidad de Satanás» y «España en la selva de aventuras del cristiano».
En relación con Miguel Hernández, Sijé escribió el prólogo de “Perito en lunas” y el ensayo sobre el auto sacramental “Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras”.

La parte central de la obra que estamos recordando “Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela”, está dedicada al poeta. Son las vivencias y relaciones entre éste y Manuel Molina desde que lo conoció en la tahona recitando los primeros versos a lo gongorino. También relata algún tipo de anécdotas como la que sucedió en una ocasión cuando Miguel quiso ridiculizar a sus paisanos señoritos presentándose en lugares públicos en mangas de camisa o con la camisa fuera del pantalón.

Es ahora cuando Ramón Sijé conoce a Josefina Fenoll, la panadera de la calle de Arriba.

En el capítulo dedicado a Josefina Manresa, ésta es descrita como una mujer trágica, marcada por la muerte y el dolor, pero ante todo como una mujer sencilla y extraordinaria.

Tras la muerte de Ramón Sijé, su hermano, Justino Marín, bajo el seudónimo Gabriel Sijé, siente la llamada de la vocación literaria. Continúa así la trayectoria que su hermano había iniciado; publica en revistas y periódicos y es llamado el «Rilke levantino».

El libro se cierra con los encuentros finales entre Miguel, Carlos Fenoll, Poveda y el mismo autor, Manuel Molina, durante los últimos días que pasó el poeta en Madrid. Cuando ya regresa a Alicante, Manuel Molina hace una visita a Miguel en Orihuela, pero no se encontraba allí. Éste decide visitar a Miguel a Cox, donde los recibe calurosamente. Miguel decide quedarse para trabajar la tierra y ganar así su pan, les comunica el deseo de volver a Orihuela para visitar a sus padres y amigos. Manuel Molina, junto a otros amigos, persuade a Miguel para que no vaya a Orihuela por los grandes riesgos que corría. No hubo manera de convencerlo. Fue así como en Orihuela lo detuvieron.

«Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela» finaliza, así, con los últimos días de Miguel entre los suyos.

Esta edición, muy cuidada, consta de una reducida tirada de doscientos ejemplares numerados en su última página a mano. También hay que destacar las cartas inéditas de Miguel Hernández dirigidas a Fenoll, él es el verdadero director de la revista «Silbo». Además de tratar la figura capital del poeta oriolano, la obra se vertebra en dos ejes cuya importancia es relevante en el mundo hernandiano, nos referimos evidentemente a Ramón Sijé y a Carlos Fenoll. Gracias a esta obra, Manuel Molina reconstruye un mundo de vivencias que pudo haberse perdido.

Finalmente, después de lo anteriormente expuesto el autor, Manuel Molina, y su obra, quiso dejar un testimonio personal y también pertenecer de alguna manera a la nómina de autores o amigos del poeta oriolano, dando un punto de vista personal acerca de una época ya pasada con unos tintes un tanto idealizados como ocurre con el ficticio grupo literario de la tahona, el cual no existió como tal, sino que era más bien la reunión de un grupo de amigos.


Antonio Ignacio García Gil

Subir