
No es la primera vez que estamos ante una recopilación de poemas de Miguel para niños. Sería necesario recordar la antología que preparó Francisco Esteve, “Miguel Hernández para niños”, que fue un intento de aproximación a los más pequeños del gran poeta oriolano. Pero, en esta ocasión, los poemas cuentan con el acompañamiento de unas ilustraciones que reflejan de una forma tierna y delicada la cosmovisión hernandiana.
Nos encontramos ante un libro en el que el protagonista no es tan sólo una parte de la obra de Miguel, sino que, al mismo nivel de sus versos, también tenemos las ilustraciones de José Aguilar. Es una publicación en la que los dibujos cobran un valor especial, ya que se intenta orientar a un tipo de público determinado, el infantil y juvenil.
Se ha de reconocer la labor de la editorial “Versos y Trazos”, que, dentro de su colección “Poetas para todos”, ha perseguido una misión muy loable, y que puede parecer un poco arriesgada: acercar algunos de los grandes poetas de nuestra literatura a todos los lectores, en especial, a los más pequeños. A los libros editados con anterioridad sobre otros poetas dentro de la misma colección, como Federico García Lorca, Antonio Machado y Rafael Alberti, hay que sumarle el dedicado a Miguel Hernández.
Al ser de reciente publicación, “4 poemas de Miguel Hernández y una canción de cuna” ha sido presentado hace poco en la ciudad de Orihuela (el día 16 del mes de noviembre), a cargo del ilustrador del mismo, José Aguilar, y la introducción la hizo Aitor L. Larrabide, director de “El Eco Hernandiano”. Se trata de la primera presentación del volumen.
El libro que analizamos se caracteriza por la rica encuadernación, por la calidad de la misma, y, al mismo nivel, por los diversos dibujos, que llaman la atención por su preciosismo y ternura, pintados con acuarela. Resalta sobremanera la distribución de los poemas, ya que se han repartido en varias páginas y se funden de tal modo con la ilustración que llegan a ser un todo.
Por otro lado, los poemas elegidos para ser ilustrados son: “El niño yuntero”, “Nanas de la cebolla”, “Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo”, “Romancillo de Mayo” y, por último, un cuento escrito por J. Aguilar, “Una canción de cuna”.
Estos poemas tienen la característica de no ser tendenciosos, no se aprecian elementos políticos ni demasiado complicados, por ello, son especialmente recomendados para un lector poco acostumbrado a la poesía.
Según vamos pasando las hojas, hallamos en primer lugar una introducción llamada “Pequeña biografía de un poeta del pueblo...”. En ella, se cuenta de una manera muy amena y sencilla la vida de Miguel, desde su nacimiento hasta su muerte, y está escrito pensando siempre en un público más joven.
La labor de selección de estos cuatro poemas se habrá caracterizado por ser una tarea difícil, ya que se ha de conocer muy bien la obra del poeta para poder elegir de forma certera y adecuada; pero debemos reconocer que se han escogido con acierto. También se deben recordar algunas de las características de la poesía de Miguel, como, por ejemplo, su sencillez, la omisión de términos excesivamente cultos, abstractos o filosóficos y, sobre todo, se distingue por su plasticidad; por ello, no es complicada de materializar en un lienzo.
A pesar de esta plasticidad poética y de la sencillez, esto no implica que sus poemas sean superficiales, sino que la mayoría destacan por su profundidad. Debido a este motivo, José Aguilar ha intentado plasmar esta simbología hernandiana. Por ejemplo, lo observamos en los dibujos de “El niño yuntero”, que muestran a unos chiquillos en condiciones paupérrimas recogiendo basura; hay elementos modernos con lo que el poema va más allá de una época determinada y se puede aplicar a cualquier lugar y periodo de tiempo.
Más adelante, esa simbología la apreciamos en el poema de las “Nanas de la cebolla”. J. Aguilar ha conseguido plasmar a través de unos trazos delicados y suaves el mundo hernandiano que condensa ese poema; son ilustraciones donde predomina el ser humano y de forma secundaria aparecen los paisajes. El bebé de uno de los dibujos muestra elementos de la pobreza que están viviendo, como su cuna y su sonajero, que son cebollas. Sin embargo, el sentimiento que prevalece en el niño es la alegría.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.”
Sigamos con una breve puntualización sobre los otros poemas. “Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo” tiene dibujos que se diferencian del poema anterior, “El niño yuntero”: son más oscuros y melancólicos, pero derivan en colorido y alegría en el primero. Es un poema de los menos conocidos de Miguel, pero, como todos, su formación deriva de una historia concreta; esta poesía amorosa la compuso para Josefina, su novia, y se la regaló a escondidas en una de las calles principales de Orihuela. Por esta razón, las ilustraciones que lo acompañan reflejan a una chica hermosa en un ambiente primaveral; además, parece como una isla alrededor de los otros poemas por diferenciarse temáticamente.
Se perciben en todos los dibujos del libro unas reminiscencias bucólicas. Como sabemos, los elementos de la naturaleza son una característica predominante de los poemas de Miguel y, por ende, de las ilustraciones.
El colofón de esta publicación, “Una canción de cuna”, según decíamos anteriormente, está escrito por José Aguilar. Llega a ser el cuento idóneo para concluir, porque está lleno de optimismo y resulta una fábula ideal para ser leída por un público más joven. El ilustrador ha situado a Miguel como protagonista del cuento y está redactado con sensibilidad.
Por último, sólo cabe elogiar la obra de J. Aguilar por varios motivos: ha conseguido reflejar de una forma exquisita lo que Miguel Hernández escribió en su día, y también ha resaltado la cualidad de la obra del poeta de no limitarse a una época determinada.
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