
Dictinio de Castillo-Elejabeytia nació en El Ferrol en 1906. Encaminó sus pasos a los estudios de Derecho, que realizó en la Universidad de Santiago de Compostela. Tras obtener la licenciatura, optó a un puesto en el ejército y llegó a ser oficial de la Marina de Guerra.
Cuando terminó la guerra civil en 1939, llegó a Cartagena. Dictinio se afincó en Murcia, donde estudió Filosofía y Letras en la Universidad de esta ciudad; allí será profesor de Filología Gallega. Aunque más tarde marchó a Alemania, tendrá una gran vinculación con Murcia por cuestiones familiares, por sus periodos vacacionales y porque en esta zona pasó su jubilación. En su estancia murciana colaboró en revistas de la época, como, por ejemplo, Sazón, en la que publicó en el número 5-6, de diciembre de 1951- febrero 1952, un poema y, asimismo, colaboró como traductor. También intervino en la revista “Azarbe” (1946-1948), de la que se publicaron 15 números, pero sirvió de expresión para la literatura murciana de posguerra. Constituye uno de los primeros intentos de crear una literatura nueva en esta región.
Mantuvo con Miguel Hernández una relación de amistad. Ambos pertenecían a círculos cultos de la zona de Alicante y Murcia basados en su afinidad a la poesía y a la literatura en general. A la muerte de Miguel, Dictinio y otros intelectuales de la época, como Carlos Fenoll, Gabriel Sijé y Antonio García-Molina, le dedicaron un sentido homenaje en la primera quincena de abril de 1942 en Orihuela (hay que tener en cuenta que Miguel falleció en marzo del mismo año). Dictinio le compuso a Miguel un hermoso soneto: “A Miguel Hernández”.
En 1953 se marchó a la República Federal de Alemania, donde vivió hasta 1983 y desempeñó durante veinte años el cargo de lector de Español en la Universidad de Würtzburg. A pesar del cambio cultural, consiguió adaptarse a su situación. En su obra apreciamos cierta nostalgia referida a su lugar de nacimiento, Galicia, y a su lugar de adopción, Murcia. Sin embargo, nuestro poeta llega a sentirse cómodo en Alemania, ya que en este país crecen sus hijos y, a esto, sumamos su admiración al arte y a la música germanos. A su vuelta a España se asentó otra vez en Murcia. A su regreso colaboró en la revista murciana “Tránsito” (1979-1982), que supo reunir a los poetas más importantes de Murcia y del resto de España, como J. Guillén, R. Alberti, F. Díez de Revenga y otros.
En 1987 murió en su tierra de adopción, Murcia.
Respecto a sus poemarios se ha de mencionar el primero, llamado “Nebulosa” (1934), “La avena de Dafne y otros poemas” (1943), Premio “Polo de Medina”; “La canción de los pinos” (1945), que fue Premio Adonaïs; “En la Costa del Sol” (1947), que se publica en “Azarbe”; “Argos” (1948); “Poema del Mar y del Alma” (1948), por el que consiguió por segunda vez el Premio “Polo de Medina”; y, por último, “Lirios de Compostela” (1949), que contiene numerosos poemas en gallego. Dedicó un volumen completo a la poesía en esta lengua: “O espello das brétemas e outros poemas”. Como reconocimiento a su obra en gallego, fue nombrado miembro de la Real Academia Gallega.

En su poesía tiende a la manifestación de sus conflictos más íntimos. Formalmente se caracteriza por su brevedad, por la ausencia de alambicamientos sintácticos, pero cargados de símbolos que aluden a sus inquietudes. Ofrece sus sentimientos a través de contradicciones: mañana-noche, anverso y reverso...Él mismo define su poesía en varios poemas y alude a su carácter antagónico: “Así es mi poesía/ una veces rayo/ y otras sol de mayo”.
También ronda en su poesía más pesimista el tema de la muerte, de la vida como algo efímero y “la vida como prisión”, con evidentes reminiscencias platónicas. Es frecuente encontrar evocaciones melancólicas de Murcia y de Galicia. Junto a este tema, recuerda a sus familiares y amigos perdidos. Podemos apreciar el tópico del “ubi sunt?”, es decir, dónde ha ido su gente querida.
Respecto a este contenido, hay una parte de “Vuelo hacia dentro” en el que dedica una serie de textos a “Tumbas y elegías” y uno de ellos está dedicado a Miguel Hernández: “Aquel Miguel Hernández”, el segundo poema que trata sobre la muerte del poeta oriolano. Pero, por su carácter inédito, transcribiremos otro soneto, el que compuso para el homenaje a Miguel Hernández aquel abril de 1942 en Orihuela, que se conserva en el Archivo Ramón Sijé, y que publicamos gracias a la generosidad de doña Carmen Saldaña, heredera del ensayista oriolano:
Durmióse tu canción de primavera
Frente al latino mar, cuyo lamento
Colmó de caracoles y de viento
El planto fundamental de la ribera.
La fronda de la almunia limonera
Y el río que a tu infancia dio su acento,
Hoy elevan el claro monumento
Que te ofrece mi cítara ligera.
Oh alado paladín de la Poesía:
Quebrada en plenitud de ruiseñores
Fue tu fugaz iniciación de un día.
Reciba tu memoria mis loores
Y esta amorosa soledad umbría
De mis aves, mis versos y mis flores.