
para no mentir, “inteligente a palo
seco”, que creía que no vivía en
el país de las maravillas, pero que
reía que el cuento podía tener un
final feliz.
“Suculenta albóndiga de tierna ternura / empanada rellena de grillos y canciones / mamotreto de versos perfumados / crisálida de gusanito de seda”, así se autorretrata Gloria Fuertes, conocida por todos por su peculiar voz, poeta, y uno de los personajes más importantes y populares de la literatura española.
De poesía ágil, siempre fiel a las formas de tradición oral, cargada de aliteraciones, anáforas, frases hechas, coloquialismos y registros infantiles, sencillez e ingenuidad, poéticamente autodidacta, escribe su primer verso a los catorce años, y, a los diecisiete, su primer libro de poemas: Isla ignorada.
Soy como una isla ignorada
Late acunada por árboles jugosos
- en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de NADA,
sola solo -.
Hay aves en mi isla relucientes
Y pintadas por ángeles pintores,
Hay fieras que me miran dulcemente,
Y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
Y voces interiores
De volcanes dormidos.
Su temprana orfandad y la guerra cambiaron su vida y, con ella, su poesía. Gloria Fuertes se convertiría en una transmisora de valores solidarios: la lucha antibelicista, el compromiso social, el feminismo, los derechos humanos. Su finalidad: despertar el amor por la vida, la gente, las plantas, los animales. Todo ello la convertiría en una prolífica poeta, y la poesía, el motor de su vida, impulsado por el humor y la fantasía.
pero me detuvieron a mitad del
camino.
Escribía para grandes y pequeños. La crítica ha unido su nombre con dos movimientos: la generación del 50 y el postismo. Con la generación del 50 le une el tipo de poesía de denuncia moral: solidaridad, dolor, injusticia social, dios, dolor, la muerte; con el postismo, la imaginación creadora y la libertad lúdica del lenguaje poético como señas de identidad: humor, disparate, absurdo.
si me puedo defender con una flor.
Gloria Fuertes no sólo era esa mujer grande y algo populista que marcó nuestra infancia, querida por la gente, ser fácil para la risa, para la comprensión. Cuentista, anticonvencional y valiente, volvió del revés las palabras y los tópicos hasta convertirlos en poesía. De poesía estaba hecha su vida y su corazón.
Pilar C. Zarco
Subir