HORA DE ESPAÑA
Ficha técnica
A) FICHA DESCRIPTIVA Cabecera
Título: Hora de España.
Subtítulo: Ensayo. Poesía. Crítica. Al servicio de la Causa Popular.
Lugar: Valencia y Barcelona.
Datación
Cronología: 1937-1938.
Primer número: Enero de 1937.
Último número: Noviembre de 1938.
Números editados: 22.
Existe reedición facsimilar de Hora de España a cargo de Verlag/Kraus Reprint, con Palabras Previas de E.M.
Sede social
Redacción: M. Altolaguirre, Rafael Dieste, A. Sánchez Barbudo, Juan Gil-Albert, Ramón Gaya, María Zambrano y Arturo Serrano Plaja.
Administración: No consta.
Teléfono: 16062.
Lugar donde se imprime: Barcelona.
Impresores: La Academia.
Dirección de la imprenta: Granados, 112
Características técnicas
Número medio de páginas: 79.
Dimensiones: 23,3 x 16,3.
Número de columnas: 1.
Secciones: La revista contiene tres secciones fijas: Testimonio, Comentario Político y Notas, y un apartado para Ensayo y Poesía.
Suplementos o números extraordinarios: No existen.
Libros editados: entre otros citamos El hombre y el trabajo, de Arturo Serrano Plaja, Entre dos fuegos. Narraciones, Antonio Sánchez Barbudo y Son nombres ignorados, Juan Gil-Albert, todosellos realizados por Ediciones Hora de España (1937-1938)
Ilustraciones: Ramón Gaya.
Periodicidad: Mensual.
B) FICHA ANALÍTICA Empresa periodística
Editores: M. Altolaguirre, Rafael Dieste, A. Sánchez Barbudo, Juan Gil-Albert, Ramón Gaya, María Zambrano y Arturo Serrano Plaja.
Director: A. Sánchez Barbudo.
Administradores: No consta.
Precio del ejemplar: No consta.
Puntos de venta: No consta.
Suscripción: 12 ptas. al año al principio, más tarde pasó a costar la suscripción anual 24 ptas.
Colaboradores: León Felipe, José Moreno Villa, Ángel Ferrant, Antonio Machado, José Bergamín, T Navarro Tomás, Rafael Alberti, José F. Montesinos, Alberto, Rodolfo Halfter, José Gaos, Dámaso Alonso y Luis Lacasa.
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La revista mensual Hora de España inició su publicación en enero de 1937, en Valencia –allí se había trasladado el Gobierno de la II República a finales de 1936, también a Valencia habían sido “evacuados” un grupo de intelectuales de Madrid, entre los cuales se encontraban los fundadores de la revista que nos ocupa-.
Al efectuarse este traslado a Madrid, un grupo de jóvenes e inquietos artistas, poetas y escritores fueron los “padres”de la revista Hora de España; estos fueron Antonio Sánchez Barbudo (como Secretario de la publicación), Manuel Altolaguirre (se encargó de la tipografía de la revista), Rafael Dieste, Juan Gil-Albert (fue el Secretario después de S. Barbudo), y el poeta-pintor Ramón Gaya (se hizo cargo de la edición artística de la revista); todo ello con la ayuda de Carlos Esplá -por entonces Ministro de Propaganda-.
Más tarde –a mediados de 1937- se sumaron a los fundadores otros dos intelectuales: María Zambrano y Arturo Serrano Plaja.
La edad media de estos jóvenes oscilaba entre los 25 y los 30 años, esto fue, posiblemente, uno de los motivos de que paralelamente al “Grupo de Editores” se formase otro “Grupo de Colaboración”, con la intención de dar más solidez y renombre a la publicación –no se sabe muy bien de donde partió esta idea, pero posiblemente viniese “impuesta” por consejo del Ministerio de Educación-. Este “Grupo de Colaboración” estaba formado por intelectuales que contaban con un indiscutible renombre y un “cachet” capaz de avalar cualquier iniciativa; escritores de la talla de León Felipe, José Moreno Villa, Ángel Ferrant, Antonio Machado, José Bergamín, Tomás Navarro, Rafael Alberti, José Fernández Montesinos, Alberto, Rodolfo Halfter, José Gaos, Dámaso Alonso y Luis Lacasa. Y posteriormente se van uniendo personajes de la importancia de Emilio Prados, Luis Cernuda, Joaquín Xirau...
Antonio Sánchez Barbudo defendió en una carta –fechada el 15 de mayo de 1967- dirigida a Johannes Lechner, que la edición de la revista, era llevada a cabo por el “Grupo Editor” “única y exclusivamente”, ya que en algún momento se llegó a insinuar que la revista la llevaban a cabo los miembros del “Consejo de Colaboración”.
La juventud de los editores propició siempre que abriesen las puertas de su revista a aquellos escritores que “sonaban” con autoridad y voz propia , como fue el caso de la poesía natural y auténtica de Miguel Hernández, “el poeta del pueblo”.
También los escritores hispanoamericanos se ven identificados con las guerra que sufre España – no sólo como la “madre patria”- sino, por un sólido convencimiento personal de no pasar de soslayo sobre la situación que vivía España; poseían un claro convencimiento del derecho inalienable a la libertad, la cultura y la educación de cada ser humano, algunos casos claros fueron los de Pablo Neruda, César Vallejo, Nicolás Guillén, Raúl González Tuñón...
ARTICULO MIGUEL Y LA HISPANIDAD
Hora de España lleva implícito en su nombre el objetivo o propósito de la misma. Sus editores con este nombre mostraban la importancia del momento que estaban viviendo y su total trascendencia. “Ese era el momento, esa era la hora, la hora de España”.
Su objetivo más inmediato era el de estar en “la línea de los acontecimientos, al filo de las circunstancias, teñidos por el color de la hora, traspasados por el sentimiento general, creemos, en suma, que la hora manda. Y debemos atender lo que manda la HORA DE ESPAÑA”; de esta forma se recoge en el número 1 de la revista en el artículo “Propósito”.
En una de sus páginas iniciales expone: “Ensayos, Poesía, Crítica al servicio de la causa popular”, con esta sencilla frase se recoge parte del claro objetivo con que nació su publicación.
Hora de España significó un vehículo y una posibilidad de continuación de la vida intelectual y de creación artística en medio de la guerra civil española, abierta a la ideología republicana y de izquierdas.
La mayoría de los que componían el “Equipo de Redacción” pertenecían a la Alianza de Intelectuales Antifascista, y además, la mayoría de los que componían el “Consejo de Colaboración” se adscribían a la Casa de la Cultura.
Como comenta Guillermo de la Torre en las “Palabras Previas” de la reimpresión en edición completa de Hora de España del año 1972: “la revista es el más claro exponente de la literatura española de guerra, en poesía, ensayo, novela y teatro,... soberbio documento de aportación intelectual al movimiento internacional antifascista de los años treinta con sus particularidades civiles españolas”.
Se imprimieron 22 números, desde enero de 1937 hasta octubre de 1938, y el último número, el “polémico” número 23, de la revista se imprimió en la Tipografía “La Académica”, sita en la calle Granados, número 112, de Barcelona. Este correspondería al número de noviembre de 1938, aunque se había terminado de imprimir y estaba listo para su distribución a mediados de enero de 1939.
Este último número comienza a imprimirse en las fechas en torno a finales de diciembre de 1938 –comienzo de la ofensiva de Cataluña-, y estaba terminado a mediados de enero de 1939 –poco antes de la caída de Barcelona-. Cuando las tropas del general Yagüe tomaron Barcelona, la imprenta fue requisada y la edición de este número se pensó totalmente destruida -afortunadamente no fue así-, sea como fuere algunos ejemplares de este número se salvaron, dichosamente recuperada para la reedición de 1972. En la colección particular de Federico de Onís, Antonio Sánchez Barbudo vio “incrédulo”, con sus propios ojos, el borrador de un artículo de Antonio Machado dedicado a Blas Zambrano (padre de María Zambrano), destinado al último número de Hora de España.
Antonio Sánchez Barbudo ya no era el secretario de la revista desde mediados de 1937 -aunque siguió figurando como tal hasta enero de 1938-, fecha en que se traslada la edición de Valencia a Barcelona, y le suceden en el cargo María Zambrano y Juan Gil-Albert, sucesivamente.
Todo el elenco de intelectuales que aparecen en la revista, lo hacen totalmente imbuidos en la esencia de la guerra, es un acontecimiento que afecta directamente a los intelectuales de España, no es un acontecimiento como el vivido por la generación del 98, que vivieron la perdida de las colonias españolas desde la distancia, y que muchos de ellos no vivieron en primera persona, como estaba pasando con la guerra civil española.
Algunos de sus colaboradores afirman sus tendencias revolucionarias previas o anteriores a toda esta situación como Rafael Alberti, Emilio Prados...
En Hora de España hay un intento de conjugar un equilibrio entre el español europaizante culto y el iliterato, un intento de equilibrio, con ello intentaban evitar un elitismo desmesurado que ocasionase una reducción de los lectores “por el pueblo y para el pueblo”.
La revista se dividía en tres secciones fijas a cada número que son “Testimonio”, “Comentario Político” y “Notas”, junto a textos literarios finales y en los primero número existía una clara división entre las páginas que se dedicaron a ensayo y las de poesía.
En estos primeros números las colaboraciones más amplias se imprimían en hojas de diferentes colores -un hecho que daba cierta personalidad y calidad artística a la revista-; esta práctica dejará de hacerse cuando se traslade la publicación a Barcelona, donde el formato será homogéneo para toda la revista.
El volumen de la revista se componía de unas 80 páginas aproximadamente, y su precio varió de las 12 pesetas de la suscripción anual a las 24 pesetas en los últimos números.
Los jóvenes redactores de Hora de España, posiblemente se habían formado con revistas anteriores como Revista de Occidente, Cruz y Raya, Índice, Litoral, Caballo Verde para la Poesía...
Al mismo tiempo que Hora de España las revistas que se publicaban, y que tenían cierta relevancia en el panorama intelectual, eran: Madrid (Cuadernos de la Casa de la Cultura, y de la cual sólo se publicaron cuatro números), Vida Nueva y Mono Azul.
El caso de Nueva Cultura es una revista que se publicó por vez primera en 1933, interrumpe su edición y reaparece en marzo de 1937 -su tirada duró hasta el final de la guerra-, cuyo contenido fue político, al igual que Hora de España.
Por las fechas en que se publica -en plena guerra civil española-, por la calidad de sus colaboraciones –ensayos, poemas, narraciones, teatro, comentarios de actividades culturales y de política del momento-, por su cuidada tipografía –a cargo de Manuel Altolaguirre-, sus magnificas ilustraciones -siempre de Ramón Gaya-, ésta representa una aportación a la cultura española y a la historia de la prensa en España de primera magnitud.

Antonio Sánchez Barbudo fue, además de prosista y profesor, director de una de las revistas más significativas del periodo bélico en nuestro país: Hora de España.
Nacido en Madrid en 1910, estudió en la Escuela Industrial de dicha ciudad. Años más tarde se convirtió en colaborador habitual de revistas como Misiones Pedagógicas, Almanaque Literario, La Gaceta Literaria, Isla, Literatura, Noreste, Nueva Cultura, o P.A.N. Ejerció también de redactor en la Hoja Literaria, en Madrid.
Escribió, en colaboración con el pintor y escritor murciano Ramón Gaya en 1935 Paloma o Soledad, publicada en Literatura; además, prologó el catálogo de una exposición de acuarelas del murciano, que tuvo lugar en Alicante, en 1935, y participó también en la fundación de Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura.
Como redactor de Hora de España, fue uno de los firmantes de la famosa ‘Ponencia colectiva’. En esta misma revista publicó el volumen de narraciones Entre dos fuegos (1938), por el que recibió el Premio Nacional de Literatura republicano.
Luchó activamente en el frente y, tras la contienda, se exilió primeramente a Francia, junto a su mujer Ángela Selke, más tarde a México y, por último, a EE.UU. Una de sus obras más significativas del exilio es Sueños de grandeza (Buenos Aires, 1946). Hay que destacar, además, que publicó importantes ensayos, entre los más destacados algunos sobre Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez.
En 1985 participó en el “Homenaje” realizado a Arturo Serrano Plaja.
Moriría en Palm Beach, en 1995.
En cuanto a la presencia de Miguel Hernández en Hora de España, podemos encontrarla en dos números. La primera aparición del poeta oriolano la vemos en el nº VIII (agosto del 37) en la “Ponencia colectiva”, realizada por un grupo de escritores entre los que constaban A. Sánchez Barbudo, Arturo Souto, Emilio Prados, Juan Gil-Albert y el propio Miguel Hernández y leída por Arturo Serrano Plaja. El contenido de la “Ponencia colectiva” fue muy debatido entre la intelectualidad del momento.
La segunda participación la encontramos en el nº X (septiembre del 37) con tres poemas: “Visión sencilla”, “Juramento de la alegría” y “El sudor”. A continuación transcribimos unas estrofas de “El sudor”:
EL SUDOR
En el mar halla el agua su paraíso ansiado
y el sudor de su horizonte, su fragor, su plumaje.
El sudor es un árbol desbordante y salado,
un voraz oleaje.
Llega desde la edad del mundo más remota
a ofrecer a la tierra su copa sacudida,
a sustentar la sed y la sal gota a gota,
a iluminar la vida.
[...]
Viviréis maloliendo, moriréis apagados:
la encendida hermosura reside en los talones
de los cuerpos que mueven sus miembros trabajados
como constelaciones.
Entregad al trabajo, compañeros, las frentes:
que el sudor, con su espada de sabrosos cristales,
con sus lentos diluvios, os hará transparentes,
venturosos, iguales.
Rebeca Serrano
Trini Ruiz