Conseguías hacer de tu vida,
la poesía.
De tu lema,
la libertad.
De tu gracia,
la familia.
De tu fuerza,
la verdad.
Los recuerdos de tu infancia,
no son de un patio de Sevilla.
Son de largas tardes en la huerta,
con tus cabras, de pastor,
aquellas tardes en Orihuela,
donde te formaste como escritor.
Inconformista por decreto,
el decreto de tu vida:
no aceptar el porque sí,
como única alternativa.
Pretendías que permitieran,
aquella palabra prohibida.
Porque roja era tu sangre,
y con tu vida la defendías.
Joven pero no ingenuo;
de campo pero no paleto;
sin estudios pero culto;
derrotado, pero no sin luchar.
Adoptando como tuyo:
El “no, no, no pasarán”.
El estallido de aquella:
maldita y cruel guerra;
transformaría tu poesía,
En ese país en dos patrias dividido
mientras unos celebran,
el logro de su meta
el triunfo del horror
otros lloran sin consolación
la muerte de un gran poeta.
Varios años ya pasaron,
no los bastantes para borrar tu imagen.
Pues mientras queden tus poemas,
Se recordará tu nombre...
MIGUEL HERNÁNDEZ