Miguel en el recuerdo
Entrevista a D. Manuel Muñoz Hidalgo

D. Manuel Muñoz Hidalgo, prolífico autor y crítico teatral además de poeta, ha impartido docencia durante más de treinta años, siendo colaborador habitual en multitud de publicaciones, y director de diversas colecciones, como la de Poesía VOX. Está en posesión de diversos premios literarios y culturales, como la Orden de Primer Grado Cirilo y Metodio de Bulgaria, máximo galardón en el campo de la cultura de dicho país, concedido en 1982. Y más recientemente ha formado parte del Jurado del Premio Nacional de Poesía que concede la Fundación Cultural Miguel Hernández.

He sabido que está Ud. preparando una nueva biografía de Miguel Hernández. ¿Podría adelantarnos algo de ella?.

En el periódico Información se ha publicado una entrevista que me hizo Carlos Ferrer en Madrid sobre la misma. La biografía la he titulado: Miguel Hernández, contradicción y vehemencia. Creo que todo poeta, como cualquier ser humano, es contradictorio y vehemente a la vez. La biografía la divido en cuatro partes, los cuatro elementos que conforman la naturaleza: el agua, el aire, el fuego, la tierra. Toda ella se puede comprobar con notas adjuntas referenciales. Llevará también una introducción. En una biografía seria no puedes inventar nada, tampoco añadir intuiciones gratuitas o juicios hipotéticos si pretendes ofrecer calidad y honestidad. Es un ensayo biográfico lo que he pretendido hacer sin prescindir de mis propios comentarios.

Usted, que es oriolano por su familia, ¿cómo ve el auge que está experimentando el estudio de la vida y la obra de Miguel?.

Coherente y justo. Tras un período de reflexión, en el que he leído las publicaciones que están saliendo sobre Miguel, unas acertadas, otras menos, algunas muy apasionadas, de todas se puede sacar algo de luz y algo positivo sobre la obra, la vida y la leyenda que es Miguel Hernández.

Qué opinión le merece como autor consagrado el nivel de las obras que han concurrido a este certamen poético?.

El nivel ha sido reflejo de la poesía que hoy escriben las nuevas generaciones. Tras una votación reñida para determinar al ganador de entre los finalistas, me he sentido algo incómodo al tener que eliminar y juzgar el trabajo de otros poetas. ¿Quién soy yo para hacerlo?.
En cuanto a los presentados, observo a futuros orfebres del hecho poético. Me ha llamado la atención la participación de la mujer, que es el centro, el principio de todo. Tenemos ejemplo de mujeres que han alcanzado grandes cimas en la poesía como Safo de Lesbos, Teresa de Jesús, Sor Juana Inés de la Cruz, Gertrudis Gómez de Avellaneda, y un largo etcétera. La presencia de la mujer en este certamen me ha impresionado.
Con respecto al nivel, hay poemas muy buenos entre las obras seleccionadas. También hay algunos que desorientan: hay una transgresión de la métrica y el lenguaje, rimas que no corresponden, falta de ritmo... Otros destacan por el borbotón de metáforas... La poesía es algo interior que conmueve con un sentimiento estético. Se ha utilizado el soneto en todas sus variantes. Yo premiaría en esta época a un buen sonetista, pero es difícil encontrarlo cuando la mayoría cargan las composiciones de citas, aclaraciones... La poesía creo que debe ser espontánea, sincera. El libro premiado es un poemario muy trabajado y donde podemos percibir algo del espíritu hernandiano.

¿Qué piensa de las iniciativas de tipo literario –la edición del libro de artículos de Ramón Pérez Álvarez, los premios de poesía- que está emprendiendo la Fundación Cultural Miguel Hernández?.

Se advierte el esfuerzo de un equipo con entusiasmo y vocacional como Aitor Larrabide, entre ellos, al cual conocí hace años a través del teléfono, siendo él estudiante, al pedirme un ejemplar de mi obra de teatro El Tornillo, sobre la muerte de Miguel Hernández. La labor que realiza esta Fundación Cultural es generosa, continuada, seria, precisa, que puede devolver, si es posible, la imagen del poeta de Orihuela sin manipulación tras el mucho daño que algunos ineptos le han hecho a Miguel Hernández, una persona que vivió por conseguir una sociedad más leal, que vivió por el teatro y la poesía con ideales justos y comprometidos.
Ya era hora de que se rinda el merecido homenaje a su memoria desde su tierra con imparcialidad y el señorío que siempre honró a Orihuela.
En cuanto a la zona de su casa, ha cambiado mucho y gracias a la Fundación, con no poco esfuerzo, añado, que los libros y los múltiples actos dedicados a Miguel Hernández son atrayentes y con gran amor hacia el poeta de Orihuela.

Usted casi nunca ha participado en concursos literarios, aunque posee algunos premios bastante importantes. ¿Cómo valoraría el papel de estos certámenes?, y en el caso de los patrocinados por la Fundación, ¿cree que van a posibilitar la difusión del espíritu hernandiano?.

Me he presentado a muy pocos concursos. Pienso que el acto de creación, de volcarte, de desnudarte con palabras es tan íntimo, tan personal... que exponerlo para que te juzguen y opinen...Es cierto que quien domina mejor su idioma tiene más resortes para expresarse. El ser un gran poeta requiere tener una gran cultura, autodidacta o no, técnica, sentimiento, corazón y sentido de la musicalidad, del ritmo... elementos que algunos poetas actuales no tienen en cuenta. Para mí, un buen poema es como una iglesia gótica, que eleva y sobrecoge, no construido a base de preguntas.
Respecto a este certamen me encontré con algunos libros que no decían nada y que cada vez que los volvía a leer todavía menos. Quizá, o soy poco inteligente o su escritura iba destinada a otros lectores supramodernos. Los últimos once libros seleccionados, a nivel general son dignos y bien escritos; pero había que dar un solo premio y por votación unánime se prefirió al de Sergio Oiarzabal, Flammis Acribus Adictis.

¿Qué cree que puede aportar la lectura en estos tiempos que vivimos?, ¿y la poesía?.

He sido docente durante más de 30 años, por lo que mi resorte didáctico era el teatro y el acercamiento de otros mundos imaginados en el espacio y en el tiempo a través de la lectura. Para la Feria del Libro de Madrid saldrán mis libros de teatro El salto de la gallina y Teatro, que muestran la historia y el teatro a los jóvenes. La utopía mueve el mundo. Ha sido la aportación de Tomás Moro, amante del espíritu libre, maestro de la utopía, patrimonio de todos. Pero no hay que confundir la utopía con la poesía, aunque vivan juntas. La poesía profunda y rimada es un pájaro humilde al que no se le debe encarcelar. La poesía es necesaria cuando no confunde. La poesía es como el mar, no se le puede limitar.....

Usted es de los pocos autores teatrales que hoy día utilizan el verso. ¿Qué intenta conseguir con ello?.

A los diez años presencié en el Colegio de San Miguel de Orihuela, por vez primera, el auto sacramental La Hidalga del Valle, que me conmocionó con el barroquismo de sus personajes que para mí era como ver a mi alcance lo sobrenatural hecho naturaleza. Además, escrito en verso, que es el mejor vehículo de la belleza. Hoy, se está volviendo al teatro de autor por suerte, aunque por desgracia hay demasiada comercialidad, que no calidad. Algunas obras de teatro las escribo en verso en homenaje a los clásicos de los que siempre se aprende tanto. Además, el verso es un ejercicio técnico por la agilidad y soltura del diálogo y del contenido poético. El primer código de leyes fue escrito en verso, y es que el verso comunica más que la prosa, aunque sea más difícil. La prueba es que los niños retienen mejor el verso y captan las ideas.
La editorial Ñaque me está imprimiendo Alfonso X el Sabio, estrellas y luceros en su Nochebuena, un auto de Navidad, acercando en lo posible el teatro medieval, en el que utilizo a veces el tetrástrofo monorrimo con las formas adaptadas del lenguaje a nuestra época.
El teatro histórico es la parcela teatral que más seducción me produce. Sobre Bécquer, publiqué El día y la bruma, que el próximo mes de mayo se estrenará en el nuevo Teatro Mayor de Madrid, con Antonio Albella en el papel de G.A. Bécquer y dirección de Ramón Ballesteros. El temblor de la llama, que terminé en octubre, gira en torno a la Princesa de Éboli, Felipe II y Antonio Pérez; sobre el escultor F. Salzillo escribí La pasión y la gloria; sobre Francisco de Quevedo La palabra y el muro; sobre Tomás Moro Espinetas para una historia juglar, entre otras.
Desde el año 1994 tengo en Bulgaria Amor prohibido, inspirada en la Orihuela de 1910, dirigida por Stefan Staitchev, y no puedo separar la poesía del teatro.

De todos los géneros que ha cultivado, ¿con cuál se encuentra más a gusto?, ¿Por qué?.

No me hallo en la narrativa. La poesía es más espontánea. La poesía es mi corazón, es lo que siento. En el teatro, soy muy curioso, me gusta meterme dentro de los personajes. Todo es teatro, la vida por ejemplo, es un teatro total, que hace sentirse poderoso pero también hundido. La mujer es un personaje muy cuidado en mis obras. Es la fuente de la vida. Quizá no se le ha homenajeado de la forma que se merece. La mujer, como mujer, es madre, apoyo, báculo, en todo. En mi última obra, sobre la Princesa de Éboli y su triángulo amoroso con Felipe II y Antonio Pérez, y al igual que en otras obras, recreo como en el teatro clásico un vicio para dignificarlo, resolverlo y purificarlo al final, como hacen Calderón, Tirso de Molina, Lope de Vega y otros más, por ejemplo.

¿Le queda algún género literario en el que incursionar?.

Intenté escribir novela, pero me desquito con los ensayos biográficos. Ahora preparo un libro titulado Recuerdos y semblanzas, que recoge experiencias y encuentro vividos con escritores y artistas conocidos míos: Vicente Aleixandre, Pemán, Luis Rosales, Buero Vallejo, Camilo José Cela, García Pavón, José Hierro, Jaime Salom, José Ruibal, Enrique Azcoaga, José Luis Martín Descalzo, López Aranguren, Alberti, Lauro Olmo, Celaya... y otros más, incluyendo a escritores que he conocido en mis viajes al extranjero, sin desprestigiar a nadie.

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